23 octubre 2013

el día después


escribieron tantos sagaces escultores de la sonrisa
que alguna mañana de octubre nos encontraríamos
y fluiríamos en ríos de placer
en orgasmos ricoteros
la fragancia matutina del abrazo
iba a ser mordaz;
tu espalda congestionada por mis labios
y mis palabras aduladoras
(que detrás escondían miseria)
serían, para tú psicosis,
mortales

serían para mi escatológica caminata
    un eufemismo
como la caparazón de una golondrina
como un lobo amedrentado por la noche
como una piedra caminando sobre el maizal

y todos los napoleónicos esfuerzos por remediar tanto espanto
y tanto espanto desparramado sobre el universo
y tantos caminos inválidos
y tanta epopeya disuelta por el cáliz del celo edipiano

la fui buscando.
algunas veces despierto
la mayoría, corriendo.
mandé alguna carta sinsentido
al remitente del fin del mundo
correspondencia equivoca – esquiva –
a primera vista
a primera canción
a primer dolor


ya no existe modo alguno
de pedir perdón
por todo lo que alguna vez no fue
ya no existe mañana ni dolor compartido
ya no existe forma
ya no existe
no existe
no

vuela
vuela
vuela y huye de mí;
hace bien al escaparse
y al odiarme
por todo lo que si fue 


creo
que el amor después de este amor
ya no será capaz
de modificar tanta oscuridad

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