05 noviembre 2013

A Wittgenstein y a Pizarnik


si fue el lenguaje el que delimitó mis piernas
y arremangó mi estupidez
¿quién soy?


caminé calles vacías
para encontrarme con mi verdad,
única y resplandeciente.
allí, sólo fui uno más.


en la vergüenza escondí 
mis deseos,
mis anhelos, tu sonrisa.
descubrí ser lo que no quería;
descubrí lo cerca que estoy del ocaso, del más allá.
no le temo a la desidia de no existir,
ya que aquí no estoy existiendo.


¿sigo vivo?
¿o mi mente otra vez está bailando?
en el espacio verde, el cielo es verde,
las montañas son verdes. pero al final, la vida es vida:
dolorosa, incomprensible, intragable.


pensé que mi cabeza tenía razón:
es que todo encuadraba
en los márgenes que pretendía,
en las jaulas que habitaba.


dentro de aquella jaula me vi, 
arrodillado entre escritos,
adentrándome en ellos sin comprenderlos,
idolatrando mi Narciso.
cuando caminé un paso sin pensar,


entendí que la lógica era improbable:
que la noche oscura, era brillante.
que el día soleado, era triste.
que el fuerte viento, no me movía un pelo.
que el cielo, estaba en mis manos.
que la muerte, por fin, y para siempre,
me abrazaba.



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